REFLEXIONES
- Úrsula0208
- 2 feb 2023
- 4 Min. de lectura
Estos viajes siempre dejan muchas reflexiones y ésta es la segunda de éste.
Hoy quiero escribir sobre el tabú que aún es, para muchas personas, ver a una mujer viajando sola. Yo viajo sola desde hace tres años; empecé tarde? No, empecé en el momento en que estaba preparada para hacerlo, lo disfruto y lo seguiré haciendo mientras Dios me lo permita.
En cada viaje encuentro una constante que me llama la atención: quienes me ven disfrutando mi viaje, se extrañan de que lo haga sola y quienes no me ven, no creen que lo esté; siempre DEBO estar con alguien. No, no debo ni tengo que estar con alguien; puedo estar y estoy conmigo misma, con la persona más importante para mi YO.
Y entonces suceden cosas curiosas y surgen comentarios que, además de cuestionables, están lejos de la realidad. Comentarios como:
“Debe ser una vieja amargada o joder mucho para que nadie quiera viajar con ella” 🤭 Los que me conocen saben que no es así…ni vieja ni amargada. Viajo sola porque es mi decisión y lo disfruto tanto, como cuando viajo acompañada.
“¡Qué triste, andar sola por la vida!” 🤔 Mi vida es todo menos triste. Ando sola porque quiero, pero no vivo en soledad; tengo mucha gente a mi alrededor. No tengo “marido” si, pero eso no significa estar sola en la vida. El día que nuevamente comparta mi vida con alguien, lo disfrutaré igual porque eso depende de mi, no del otro.
“No puedo creer que una mujer se arriesgue así”🥴 En todo lo que hagas, sola o acompañada, te arriesgas; en mayor o menor medida pero es un riesgo. Debes ser prevenida (tristemente), cuidarte, estar atenta y no bajar la guardia, pero se puede hacer y si el resto de la gente respeta tu espacio y tu lo haces respetar, se disfruta.
“¿Con quién dejó al marido y los hijos?” 😜 En mi caso, a mis hijos los dejo con ellos mismos; se les educó para ser funcionales y autosuficientes, así que hoy en su adultez, no necesitan niñera, se valen por si mismos. Cumplo con lo que mi papel de cabeza de familia requiere, el resto les toca a ellos y lo hacen bien.
“¿Y no se aburre en un viaje sola?”😆 No, no me pasa ni me ha pasado. Hago planes que me gustan, busco sitios y actividades que me agraden. Me aseguro de tener referencias buenas del lugar a donde voy y me lo gozo. Si algo no sale bien, pues fue experiencia y todo está bien.
Esos son algunos de los comentarios que me han hecho y han venido tanto de hombres como mujeres; siendo éstas últimas las que más me sorprenden y me sigue impactando cómo nos juzgamos entre nosotras mismas.
Estos son los ganadores:
“Pilas con esa vieja porque fijo esta buscando marido”
“Una mujer SIEMPRE debe estar con su hombre”
O mejor aún, hablando con su hombre:
“¡¡No lo quiero ver cerca de esa vieja!!”🤣
Puedo seguir enumerando comentarios pero me quiero centrar en ese que implica estar “buscando marido”. No lo estoy buscando, primero que todo…no me interesa. Quiero un amor bonito para mi; simplemente. Y no entiendo porque el estar sola en un viaje, inmediatamente me convierte en amenaza para otra. Sigo sin entender por qué no se me valida como mujer si no tengo marido al cual estar pegada como chicle y unos hijos para estar cuidando y protegiendo hasta de ellos mismos.
¿Por qué nos damos tan duro entre mujeres?
Pareciera difícil de responder pero creo que la respuesta está en la historia que todas traemos tras nosotras. En nuestra crianza, en la crianza que nuestros padres y su ascendencia. Se nos ha criado para ser competencia de otras mujeres, no apoyo ni compañía; por eso vemos amenaza en otra mujer que rompe la regla y se convierte en un objetivo a minimizar o invisibilizar. Nos criaron para “ganarle” a las otras. Nos criaron para manejar mal nuestro ego femenino que es grande pero débil a la vez. Nos criaron para “guerrear” entre nosotras y somos más que la otra entre más “vida normal” tengamos: marido, hijos, casa, carro…en fin, posesiones.
Yo tuve todo eso y lo viví hasta que duró; hoy tengo todo menos marido y eso, ante otras mujeres, me hace menos valiosa y peor aún, eleva mi nivel de competencia y riesgo para ellas.
¿Por qué no podemos dejar de ser y ver competencia en otras mujeres?
¿Por qué no nos enfocamos en lo que esas otras mujeres son como personas y en lo que pueden aportar a nuestra vida?
¿Por qué no dejamos ese pensamiento conflictivo entre nosotras?
Cuando la verdad es que, unidas somos más y hacemos más. Cuando somos sororas entre nosotras, nuestro poder se eleva a la enésima potencia.
Cuando manejamos la sororidad realmente, nos valoramos y respetamos mucho más, en público pero sobretodo, en privado.
Cuando lo hacemos, el hombre que está con otra mujer es solo otro hombre en tu camino.
Cuando somos realmente sororas, no nos juzgamos, no nos criticamos, no nos “damos palo”.
TODAS hemos cometido esos errores en algún momento, pero como todo error, es corregible y se puede eliminar de tu vida, de tu conversación, de tu actuar. Yo también lo hice y hoy trato de evitarlo; a veces es inconsciente y el pensamiento de crítica llega…elimínalo, cámbialo!!
¿Otra mujer se ganó el puesto que tú querías? Fue su esfuerzo, su trabajo.
¿Otra mujer tiene cosas que tu quieres tener? Deja que las disfrute y tu busca las tuyas.
¿Otra mujer está en la vida del hombre que deseas? Quítate del camino y sigue adelante…ya vendrá ese alguien a tu vida y si no llega, te tienes a ti misma y eso es valioso.
Y así, son muchas las situaciones en las cuales podemos aplicar la sororidad. Dejemos la competencia y no la promovamos. Criemos a nuestros hijos e hijas para ser libres, autosuficientes, funcionales e independientes.
El machismo y el feminismo tan arraigados y en guerra constante, se trabajan desde la crianza del niño y de la niña. Y no dejarán la guerra hasta tanto, nuestras ideas de competencia no mueran con una crianza y un pensamiento diferente.
Ahí, creo yo, que está la clave para que las futuras generaciones sean empáticas, solidarias y respetuosas del otro. De otro modo, estamos condenados a vivir una eterna guerra de egos y géneros.
Triste y complejo…
Comments