ERA TU AUSENCIA
- Úrsula0208
- 12 may 2020
- 2 Min. de lectura
Hace tiempo, mucho tiempo ya, un sentimiento invadió mi vida.
Se instaló en mi alma y se posó en mi corazón.
Suavemente y sin darme cuenta se hizo de mi vida el huésped de honor.
Era la nostalgia, la inmutable nostalgia.
Busque mil veces las razones para ese sentimiento.
Me pregunté otras tantas veces el por qué.
Pero las razones nunca llegaron; al menos no en ese momento.
Transcurrieron los días, los meses, los inexorables años.
Miles de acontecimientos llenaron mi tiempo.
Miles de momentos viví y miles de sentimientos más sentí.
Y mi eterna compañera, la nostalgia, seguía ahí a mi lado,
fiel y firme, inamovible, incomprensible, sin respuestas.
Miles de personas pasaron por mi vera, otras miles acompañaron mi camino.
Compartieron mis tinieblas, mis luces, mis desdichas, mis alegrías y mis penas.
Algunas, pasajeras del tren del olvido, rápidamente desaparecieron sin dejar huella.
Otras más tenaces, se quedaron, pero la crueldad del tiempo las fue alejando
hasta perderse en la distancia, en la mente y en los recuerdos.
Pero otras, anidaron sus raíces, se instalaron en mi vida.
Y mi eterna compañera, la nostalgia, seguía ahí a mi lado,
fiel y firme, inamovible, incomprensible, sin respuestas.
Pero un día, la luz cegó mis ojos, rompió la pasividad de mi vida.
La verdad brotó de mis adentros como abandona un hijo el vientre de su madre al nacer.
Y entonces encontré la respuesta, la razón que albergaba a mi amiga la nostalgia.
Era tu ausencia; era tu extrañada presencia en mi vida.
Era la cobardía y el miedo de dejarte salir de mis adentros.
Víctima de una mente cerrada, de un corazón temeroso y de unas manos que no querían volar.
Presa en una cárcel donde las palabras no podían salir, donde los sentimientos no podían mostrarse.
Era el egoísmo de mi ser que te guardaba para mi, solo para mi.
Que no quería compartirte con nadie y negar al mundo tu existencia.
Entonces, decidí cambiarlo todo; decidí cambiar mi miedo por valor,
mi egoísmo por verdad y te dejé salir, te liberé.
Hoy surges de mi como agua de manantial, pura, fresca y libre.
Hoy surges de mi sin tapujos, sin miedos, sin tiempo.
Hoy surges de mi cual galope de potro salvaje que no detiene su trotar ni con riendas ni con látigo.
Hoy surges de mi cual niño que habiendo aprendido a caminar, no desea detenerse porque piensa que en el infinito está la felicidad.
Hoy naces en cada palabra,
naces en cada respiro,
naces en cada abrir de mis ojos,
naces en cada movimiento de mi mano,
naces en cada pensamiento de mi alocada cabeza.
Y mi eterna compañera, la nostalgia, ya no está conmigo.
Me abandonó ese mismo día en que tu presencia me invadió.
Se fue dejándome con la alegría de tenerte, de explorarte, de sentirte.
Pero no siento su abandono, no me duele que se haya ido.
Porque ahora estás aquí, ahora eres tu mi eterna compañera, mi única compañera.
Porque encontré la respuesta y supe que era tu ausencia; era tu extrañada presencia en mi vida, la que la mantenía viva.
Era tu ausencia, pero es hoy tu presencia la verdad que me acompaña.
Eres tu mi gran amiga, la poesía.

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